Calle Lisa

Esta mañana mientras hacía la compra me he cruzado en la calle lisa con María Jesús y amablemente le he preguntado a dónde iba "pues voy de paseo a tu barrio que está más animado que esta calle...parece mentira ¿verdad? con lo que ha sido la calle lisa..." nos hemos despedido y rápidamente he dejado a mis pensamientos que rebuscaran en los recuerdos de mi niñez y adolescencia.

Al pasar por la Churrería de Julio he creído oler a patatas fritas recién hechas, luego he mirado la puerta del "Tunel" y me he preguntado si seguirá teniendo aquel pasillo tan largo... el otro "Tunel" lo recuerdo a duras penas.

De la Carnicería de la señora Vicenta recuerdo más sus belenes que la carne que allí se vendía y del Pub Joy lo recuerdo todo, incluídos aquellos mostos de copa redonda cuyo borde se untaba con menta y se rebozaba de azúcar.

Mi vida en aquellos años se consumía entre los futbolines de Belloto (donde he pasado horas jugando a las máquinas, al futbolín y a al Ping Pong) y el Pub Joy. Hoy en día las video consolas te permiten jugar y jugar sin parar, pero en las máquinas de "Las Vegas" (que eran los únicos videojuegos a los que teníamos acceso) la cosa era distinta. Cada partida costaba 5 duros y eso era un dineral, así que lo que hacíamos era mirar y mirar y mirar y mirar a los que ya sabían jugar para que una vez aprendida las estrategias, previa disertación sobre ellas con tus colegas, no te "mataran" enseguida y las 25 pesetas se estiraran al límite.

Recuerdo también el escaparate de Manolo y aquellas teles de ancho profundo, la tienda de Chuches de la señora Carmen que para que te abrieran tenías que llamar a voces y por supuesto la Churrería de María Jesús, que aparte de hacer los churros más ricos del mundo era la agencia EFE del pueblo...

De la otra Farmacia recuerdo la serpiente del escaparate que me asustaba un poco, del Bar de Claudio los altamuces y el olor a vino mientras esperába para echar la quiniela, de la Peña que siempre había huéspedes, del Estanco de Jacinta que yo no llegaba al mostrador y a pesar de eso podía comprar Ducados para mi padre, de la Relojería de Mariano que me fascinaba la lente que se ponía en el ojo para arreglar los relojes y de la Ferretería de Sixto que me gustaba entrar por una puerta y salir por la otra.

Había más negocios que ya no están o que han cerrado y sin duda era la arteria principal de Brozas... Quizás algún día volvamos a tener que tener cuidado de no pisar a la gente cuando, en unos toros, toda la "peña" esté sentada ocupando la calle.

Este es mi pueblo, estos son mis recuerdos y quizás por eso no quiera irme bajo ningún concepto.

Saludos

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