Elegía

    Aquel 15 de agosto me encontraba fuera de casa. Tocaba dormir en el albergue como el día anterior.En otras ocasiones la aventura de estar fuera de casa no me disgustaba, sin embargo, aquella tarde me encontraba triste. Llevaba así mucho tiempo, con una nube oscura sobre mi cabeza. Lo más irónico de todo es que mi amigo no quería vernos así y ocupaba gran parte de su preciado tiempo en darnos ánimos... 

    Su muerte vino como un trueno que cae cerca y oyes sobre ti, a pesar de que el rayo ha caído a kilómetros de distancia. Solo pude llorar levemente...me veo a mí mismo tumbado en la cama y a mi hermano preguntándome si estaba bien...le dije que sí, que quería estar unos minutos solo...

    No sé exactamente cuánto tiempo tardé en incorporarme. Todavía sentado sobre la cama cogí el móvil y llamé a Carlos. La conversación discurrió mientras caminaba hacia la calle y, ya en ella, anduve hacia el final del pueblo. Sentado en un banco público me desmoroné y comence a llorar mientras seguía intentando hablar con mi amigo y compañero de fatiga en este absurdo viaje. A pesar de la penumbra de su repentina pérdida, ambos sabíamos que no podíamos ser meros expectadores de aquel tremendo acontecimiento. Nos pusimos a trabajar entre lágrimas y sollozos tal y como él hubiera querido.

    La noche fue horrible. Nada más subir al escenario comprendí que aquella actuación no se nos iba a olvidar en la vida. Traté de ser lo más profesional que pude (y pude poco). Una actuación digna dadas las circunstancias, en mi caso con un exceso de sobriedad no acostumbrado.Tuve la extraña sensación de que cada nota se quedaba en mi garganta esperando ser sollozada en otro momento....

    Nada más concluir la última pieza sentí el alivio del reo que es liberado tras años de espera. Deseaba marcharme de allí y abrazar a la familia, a los camaradas, a los amigos de viaje...

    Nunca estuve tan despierto habiendo dormido tan poco. Apenas dos horas de sueño me dieron una angustiosa lucidez de pena y amargura. Todavía hoy me pregunto de dónde saqué las fuerzas y siempre llego a la misma conclusión...me las prestaron las personas que más querían a Pedro Antonio. Todos los desconsuelos estaban guiados por su recuerdo y digo bien esto, ya que estoy convencido de que cada actor de aquella tragedia representaba un papel que él mismo nos había escrito antes de marcharse...

    Hoy que ya han pasado casi dos años de su marcha, no hay un solo día que no me acuerde de él. A veces, en determinadas tomas de decisiones importantes, pienso qué me diría y en ocasiones puedo escuchar casi como un grito su pensamiento...otras, parece callarse a propósito...

Te echo de menos amigo...


 A las aladas almas de las rosas...
de almendro de nata te requiero,:
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero. 

10 de Enero de 1936




5 comentarios :

Que bonito Antonio, todos lo echamos de menos es que pedro era mucho pedro.Sole

Ese dia estuve alli durante vuestra actuacion... e hicistes lo que el hubiera querido, tocar como otros tantos dias y cumplir con tu publico, seguramente las fuerzas te las dio él, por que no es facil pasar ese mal trago mientras estas delante de 100 personas durante varias horas... eso dice mucho de ti...

Animo y sigue asi... un abrazo...

El poder abrir asi tu corazón ,demuestra lo buen amigo que eres , y él esté donde esté , te ayudará en todo tu camino...permanecerá junto a tí. Besos Isabel B

Pedro fue una persona especial que nos ha dejado un gran vacio...Gracias Antonio...Aunque nuestros ojos no puedan verle nuestro corazón siempre estará lleno de su recuerdo y de su cariño.
Visi

Pedro fue y será siempre una gran persona y un gran amigo,además de un ejemplo para todos los que tuvimos el gran honor de conocerlo y compartir momentos y vivencias con él.
Personalmente siento un gran orgullo cuando oigo su nombre y puedo decir que fue mi amigo.
Edu.

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